Por: Alfredo Sánchez Carballo
Desde las ciencias sociales y del comportamiento se ha escrito e investigado para conocer las causas de la conducta humana violenta o lo que genéricamente denominamos: violencia.
Como en todo proceso
de investigación, lo primero es definir el concepto de violencia: “las conductas de individuos que en forma deliberada amenazan, inflingen o tratan de inflingir daño físico a otros” (Comisión para Comprender y Controlar la Conducta Violenta, Reiss y Roth, 1993).
En consecuencia, los resultados de las conductas humanas violentas son negativos. Pensemos en las interacciones complejas que se derivan de esto, ya sea que lo observemos en el núcleo familiar, en las interacciones entre parejas o la violencia en una pandilla. Es decir, la complejidad deviene a partir de la multiplicidad de factores que intervienen y moldean la variación de conductas humanas violentas.
Hay varias causas que inciden en el incremento o inicio de conductas humanas violentas. Por ejemplo, la perspectiva que explica las causas de la violencia a aspectos químico hormonales. Es decir, explican que la violencia tiene una asociación causal de tipo endócrino.
Autores como Brain (1989) propusieron que la relación entre la violencia y el sistema endócrino se explica por:
Las glándulas endocrinas”contactan” o se relacionan unas con otras
En el metabolismo, las hormonas cambian en otras sustancias químicas y en diversos sitios, con lo que se encargan de diversos mensajes químicos
Las hormonas se dirigen al sistema nervioso central, los órganos de los sentidos, los productores de claves sociales (p.e. la superficie corporal o las glándulas odoríferas) o a otras glándulas endocrinas para producir sus efectos.
Estos destinos modificarán varios de los elementos conductuales que ejercen influencia de maneras recíprocas complejas.
Las experiencias obtenidas de la expresión de la conducta ofrecen retroalimentación que influye en los procesos de conversión metabólica del objetivo endocrino y en sus actividades consiguientes.
Quizá estas aseveraciones suelen ser poco conocidas y hasta polémicas, pero ya se han realizado varias investigaciones que sustentan esta hipótesis con procedimientos metodológicos sólidos y discusiones teóricas consistentes:
Lorenz K. 1963 On aggression. NY: MJF Books
Damasio A. Looking for Spinoza: Joy, Sorrow, and the feeling brain. London: Harvest Book; 2003,
Nelson RJ, Chiavegatto S. Molecular basis of aggression. TINS 2001
Davidson RJ. Dysfunction in the neural circuitry of emotion regulation a possible prelude to violence. Science 2000
Mattson MP (ed.). Neurobiology of aggression. Understanding and preventing violence. Totowa, New Jersey: Human Press; 2003
Como puede notarse, esta interpretación de las conductas humanas violentas a partir de desajustes hormonales, tiene un camino de conexión con el campo de la neurobiología, la medicina y la psicología experimental. En síntesis, este es un campo que presenta oportunidades de continuas indagaciones para las y los interesados en la psicología de la violencia.
Hasta la próxima
Es un tema interesante que efectivamente debe ser abordado más a profundidad en relación a la parte psicofisiológica con la violencia, ya que si creo que exista una relación cuerpo-mente, ya que por ejemplo: (una mala alimentación genera deterioro cognitivo y por ende es más probable aspectos de depresión o de violencia), ya que algo lo está generando.
ResponderBorrarSe podría decir que en cuestión al aspecto hormonal, si creo que tenga una influencia para el desarrollo de la violencia.
En mi propia opinión, como menciona el artículo ciertamente las conductas violentas pueden desarrollarse por multiples factores , ya sea en la vida diaria, vivencias, etc. Tiene una explicación tanto psicologica, asi como fisica y es por que es importante conocer cada uno de estos factores e indagar más en esto mismo para asi tener información certera y con bases para poder identificar, combatir y promover la importancia de la psicología de la violencia.
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