Dr. Alfredo Sánchez Carballo
En muchas facultades en donde se imparte la licenciatura de
psicología, se da por hecho que, en lo relacionado a la psicología laboral,
solo hay interés por fenómenos que están cercanos a actividades organizativas
dentro. No obstante, el ámbito de lo que hasta ahora se ha definido
dominantemente como “psicología laboral” tiene varias áreas que pueden
considerarse de interés, pero a las cuales no se les ha prestado suficiente atención.
Pensemos por ejemplo en la psicología social del trabajo. Tal como lo indica Josep M.
Blanch (2007[1] , p. 210): “casi todas las psicologías del
trabajo comparten dos principios básicos:
a)
Un ámbito temático,
estructurado en torno a la interacción persona ambiente que, en unos casos
aparece bajo la denominación conducta laboral (en tanto que reacción
comportamental a variaciones en las circunstancias del ambiente de trabajo) y,
en otros, de acción laboral (de un sujeto cognitivo, emocional y social
orientado intencionalmente a modificar su ambiente laboral).
b)
Una misma acepción de trabajo en tanto que
empleo, esto es, una forma socio históricamente
determinada y algo obsolescente de actividad laboral asalariada, en un régimen contractual,
en el marco de una organización laboral.”
Como podemos apreciar, el “ámbito de la psicología laboral”
es mucho más complejo y diverso que lo que ciertos programas educativos nos
quieren ofrecer de manera reductiva como una “psicología organización y de
administración de recursos humanos”. Nada más obsoleto que esto.
En lo que sí
hay coincidencia, aunque a veces los “psicólogos laborales” ignoran por
completo, es que el empleo es un invento que surgió en la modernidad
capitalista a partir del modelo industrial-fabril. Ante ello, el mismo Blanch (2007,
p. 211) remeta indicando que el empleo tiene características de institución
social ya que: “1) por un lado consiste en la reducción del trabajo al estatuto
de simple valor de cambio y, por lo tanto, como señala Marx, de simple mercancía
y, 2) por otro lado, encarna la elevación del trabajo a una norma social, al tratarse
en definitiva de actividad económica remunerada en la que se pacta y se respeta
un conjunto de derechos y deberes sociales”.
Tal vez porque no les interesa, o porque, como me indicó alguna ocasión un flamante psicólogo laboral “no es de mi incumbencia, yo solo me dedico a contratación y administración del recurso humano”, los psicólogos laborales formados en las últimas décadas en las escuelas de psicología en México, carecen conocimiento acerca de la relevancia histórica del trabajo. Y no aludo aquí a otras consideraciones de tipo sociológico y antropológico, ya que no hay espacio para esos argumentos en esta ocasión.
Valdría la
pena repensar en el papel sociohistórico que juega el trabajo-empleo-producción
y quizá allí también tendríamos una formación profesional no solo de meros
administradores de recursos humanos, sino de psicólogos críticos y
adecuadamente formados para el área laboral, aunque esto significaría el
desmontaje de una serie de preceptos que los psicólogos laborales no están
dispuestos a soportar: porque sería el fin de sus funciones.
[1]Blanch,
J (2007) Psicología Social del Trabajo. En Aguilar y Reid Tratado de Psicología
social. Perspectivas socioculturales. Pp. 210-238. UAM
En la última clase que tuve con la doctora Aileen platicamos un poco acerca de cómo se imparten las clases de psicología Laboral en la universidad y concordamos que se enseña a cómo ayudar a los empresarios a que la productividad crezca y no a qué el empleado tenga un trabajo más digno.
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