Cuando hablamos de interacción desde las ciencias sociales,
se nos ocurren varias figuras de manera inmediata: contacto, traslapes,
atracción, negociaciones, etc. Sin embargo, vale la pena hacer una revisión a
las coordenadas conceptuales sobre este concepto. Son múltiples las formas en
que la sociología y la psicología social presenta a su objeto de estudio,
varias las miradas que nos otorga por medio de ‘lentes’ explicativos. Para ello
hace uso de conceptos de valor heurístico sobresaliente, por ejemplo, conceptos
como el de acción, comportamiento, orden, percepción, entre otros. De tal modo
que, algunas acepciones de la interacción nos dan pie para introducir la
discusión: acción mutua, manifestación debida a un estímulo; conducta en retorno;
feedback¸ respuesta y retroacción,
influencia; relación dialéctica; pluralidad de coincidencias individuales[1]. Con más precisión, Montmollin
(1977, p. 21) rompe con cualquier confusión entre conceptos parecidos
o casi sinónimos y la noción de interacción: “Es la reciprocidad, la conducta
en retorno, lo que confiere a las conductas, a la consideración del otro, su
carácter de interacción”. En este sentido hay coincidencia con la visión de
Goffman (1972) que al definir la interacción lo hace en clave de la realización
de encuentros rutinarios, describiéndolos como actos complejos, a partir de lo
cual establece una diferenciación con actos de comunicación simples.
La interacción acontece cuando se efectué en la manifestación de presencia conjunta diría Erving Gofman (1974). Se puede apreciar que, en las diversas conceptualizaciones sobre interacción, ya sean estas provenientes de la sociología o la psicología social, coinciden, al menos, en cuatro puntos específicos, sin los cuales no se pudiese entender o explicar la interacción: individuos, contacto, reciprocidad e influencia. Además, agregamos otros elementos, que si bien son importantes, no en todas las explicaciones conceptuales son coincidentes: 1) la localización de los individuos (que aquí estaremos denominando actor-reactor) en un punto del espacio físico geográfico determinado; 2) códigos; 3) rol y status; 4) normas de regulación; 5) comportamientos diferenciados.
Thibaut
y Kelley (1959, p. 10), definen la interacción como una situación que se
manifiesta entre dos personas las cuales “emiten conductas en presencia mutua,
mantienen relaciones de reciprocidad o se comunidad entre sí; en cualquier
caso, consideramos que hay interacción si existe por lo menos la posibilidad de
que las acciones de uno afecten al otro y viceversa”. Así pues, ya se puede
notar una aproximación coincidente en el concepto tratado. Invariablemente, la
reciprocidad juega un papel fundamental en el momento en que podemos calificar
un acercamiento entre dos o más elementos (individuos) sociales. Si existe
modificación en la conducta de uno de los sujetos en escena, se puede decir que
se manifiesta la interacción.
¿En qué acontecimientos de la vida cotidiana podemos decir que hay interacción? ¿la interacción se da solo en entes vivos? Así, este concepto podría considerarse como central para entender el comportamiento, la conducta y otras manifestaciones propias de la existencia.
Para quienes estén interesados en ampliar la discusión sobre
interacción, pueden consultar la revista norteamericana dedicada al análisis
desde el interaccionismo simbólico (Symbolic Interaction). LA revista Interaction Studies también tiene publicaciones de interés en
áreas biológicas y del comportamiento no solo humano, sino animal y artificial.
[1] Habría que cuestionar esta
postura haciendo la siguiente pregunta ¿las actitudes que no son coincidentes
son también parte de la interacción social?
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